jueves, 24 de junio de 2010

Si la culpa no es de Tlaloc...

Ayer, miércoles de lluvia, comí en Santa Fe, salí de la comida pasando las 6 de la tarde y bajé hasta Constituyentes, de ahí a Av. Chapultepec, crucé la Condesa, hasta Insurgentes y de ahí hasta San Angel donde me esperaba una prometedora reunión.

¿Cuánto calcula usted? Apueste 2 horas para no perder.... ¡Pero no!

6.15 pm. Salida del restaurante, 35 pesos de por medio el Valet me entregó mi auto...

6.25 pm. Ya pasamos Av. González Camarena, estamos retomando la horrible entrada a Constituyentes, un inservible cuello de botella que se convierte en gotero de medicina pediátrica después de las 6.

6.35 pm. Cinco metros más adelante (es todo lo que habíamos avanzado) empieza a granizar. Y en automático la amiga que me acompañaba y yo tomamos los respectivos celulares para reportamos "voy tarde, ¿me esperas?" "está granizando, no veo para cuándo, ¿todavía los alcanzo?"

7.35 pm. Llegamos a la entrada de Chapultepec (el viejo, el único y original), estamos a dos cuadras del Circuito Interior. Malcalculamos que lo ideal será "callejonear" por la Condesa para bajar hasta Vértiz. Mi amiga de ahí se dirigiría a la Alameda por su auto y yo hacia Coyoacán. Daba por perdida mi cena. Ni pensar en Insurgentes, tampoco en Cuauhtémoc porque está en obra y menos Tlalpan porque es un estacionamiento a esa hora.

7.45 pm. Llegamos a Circuito y cruzamos a la Condesa. No hay luz, no hay semáforos. Todo más o menos viable hasta Sonora, ahi queremos tomar Alvaro Obregón y "¡Madre!" cerrado, a vuelta de rueda. Entran más llamadas "vente a la cena, sí llegas, estamos en San Angel, en Av. de la Paz... te sepramos". Cambio de planes, mi amiga bajará a dos cuadras y yo tomaré Insurgentes. Ya no hay de otra, no hay dónde dar la vuelta, no hay para dónde moverse.

8.00 pm. Insurgentes sin luz, funciona un semáforo sí, otro no. No es sólo el lento avance por Insurgentes, sino los autos que de uno y otro lado quieren cruzar o incorporarse a los tristes carriles que nos dejaron abiertos. La gente desesperada, empieza a subirse al carril del Metrobús. Inútil intento, hay 9 metrobuses haciendo fila para poder cruzar, imagino yo, el eje de Baja California.

8.05 pm. Una ambulancia viene, prende su sirena... se sube al carril del Metrobús para avanzar pero está lleno de autos, no puede avanzar... el sonido me empieza a poner de nervios y piensas en el herido que va adentro. La de malas, se le ocurre accidentarse en día de lluvia, ojalá la ambulancia traiga suficientes curitas.

8.15 pm. Llego al cruce con Viaducto, también sin semáforos pero con un pobre policía empapado tratando de hacer milagros. Pasamos y todo se aligera.

8.25 pm. Marco el teléfono: "ya voy en Liverpool Insurgentes, sí llego" y la respuesta mágica "te esperamos, ya tienes aquí un tequila" Vaaa!!!

8.40 pm. Un inchi bache enorme tapado por agua. Zaz! mi llanta delantera, se escucha como si se hundiera el Titanic. "Ya bailó -pensé-, ahora este desastre me va a costar hasta llanta nueva" Y empiezo a tratar de evaluar si vale la pena demandar a la ciudad para que paguen lo que sea que le vaya a pasar a mi auto. No tengo cabeza para pelearme ni en mi imaginación con Ebrard y sus desastres viales.

9.00 pm y no he llegado ni a Plaza Inn, todo otra vez a vuelta de rueda, al cruce con Mixcoac no había semáforo, y de ahí, todo se volvió a complicar. Hablo con mi hija, me da un ataque de risa "mami, ¿estás bien?" pues sí, lo absurdo de mi trayecto es tan mayúsculo que no hay más que hacer que reírse.

9.20 pm. Tres horas después!!!! Llego a la prometida cena, está de lo más ameno y yo, ¡tronadísima!

Hoy, al recuento de los daños, acabo por no entender...
  • ¿Llovió terriblemente fuerte, fue la peor tormenta del año? No
  • ¿Hubo manifestaciones, bloqueos u otro apasionamiento ciudadano? No
  • ¿La lluvia fue atípica, porque aquí en la ciudad nunca llueve? No
  • ¿Las calles no están preparadas para las lluvias porque vivimos en el desierto? No
  • ¿Es que la temporada de lluvias empieza hasta después, por ahi de octubre? No
Entonces, ¿por que chingao una lluvia fuerte, una tormenta moderada o demás términos medianos, pueden trastornar tanto la ciudad más urbanizada del país? ¿Por qué una lluvia típica de un típico día de junio provoca baches, truena los semáforos, congestiona las calles, trastorna la ciudad?

Busqué la respuesta incluso en el tequila que me habían prometido pero tampoco la encontré; me perdí mejor en la calidez de mis amigos y lo ameno de la plática (¿será que las autoridades hacen lo mismo y por eso sucede esto año, tras año, tras año, tras año....?)

Eso sí, hoy desde temprano nos advierten: granizará

A MANERA DE POSDATA (sí, así en rojo)

Acaba de llegar una amiga a mi oficina. Viene llorando. Son las 11.20 de la mañana del jueves.

Caminaba hace 20 minutos por Insurgentes y al cruce con Chilpancingo vio andando a dos chavos, de poco más de 25 años, así, sin prisa. Acababan de balear a un indigente que estaba tirado junto a sus cobijas, a la orilla de un muro. Venían almorzando porque con el papel en que estaba envuelta la torta, taparon la herida mortal de bala.

Mi amiga vio el último suspiro del indigente que se aferraba a sus cobijas. Y vio también cómo nadie vio, o nadie quiso ver....

miércoles, 16 de junio de 2010

Gracias jóvenes!


La semana pasada revista Barrio, la Asociación de Ex Alumnos de la Ibero y Adecco organizaron una tertulia con tres características a cual más interesantes: la preocupación por el empleo, vinos deliciosos y unos quesos buenísimos.

En un ambiente así la charla sale sola, se da. Y, como cada vez es más común en estos tiempos, se generó un diálogo de tú a tú entre jóvenes, recién egresados y nosotros, no tan jóvenes, ya más bien corriditos y con años en el ámbito laboral.

Unos, los de experiencia (para no ofender), ahondaban en tips para buscar empleo, currículum, presencia, el perfil que buscan los despachos de reclutadores, en fin, en lo que, en nuestra experiencia, es el camino más recomendable en la búsqueda de empleo.

Otros, los jóvenes, los que acaban de terminar sus estudios, tenían un punto de vista totalmente distinto: "me parece bien pero a alguien como yo no lo requieren en ningún lado", dijo un politólogo. "No es como a mis amigos los administradores que sí tienen chamba".

Y surge entonces la relación disfuncional eterna entre el campo académico y la demanda laboral, producto de una oferta inadecuada, pocas oportunidades y una orientación vocacional nula.

Pero otros más, nuestros anfitriones, los chicos fundadores de Cómo Oficinas, encabezados por Willy, tenían una posición más contundente: "no queremos ser empleados, por qué ocupar plazas que no queremos cuando podemos buscar crear nuestras propias empresas". El problema es cómo, y de ahí demostraron, con pruebas en la mano, de dónde surgió la idea de generar oficinas funcionales, económicas y muy muy bien equipadas, modernas, casi ecológicas, donde chicos con el entusiasmo de empezar una nueva empresa puedan despegar.

Y salió en respuesta otro comentario apuntando a que esa visión, de empresario, surge más bien de los egresados de universidades privadas, no públicas.

Yo soy egresada de universidad pública, de la UNAM (y aquí les pido que se pongan de pie!), mi educación básica fue en escuela privada, bilingüe -y esto lo enfatizo porque fue el inglés lo que me abrió las puertas de la empresa donde laboré 23 años-, y luego fui empleada. La seguridad de una empresa me permitió capacitación, experiencia, formación, un montón de cosas buenas y malas.

Pero estos chicos me han hecho pensar en cómo hubiera sido mi vida profesional si la hubiera definido distinta: empresa propia. Así lo ha hecho mi hermano y no todo ha sido miel sobre hojuelas, pero tiene una empresa mediana sólida que lo ubica en un buen sitio y con prestigio.

Y además está la brutal crisis, que como todas las crisis profundas, grandes y mundiales, marcan un parteaguas en el desarrollo económico de los países.

Si yo estuviera saliendo de la universidad hoy, en este 2010, ¿qué querría? ¿un empleo que me garantice un sueldo quincenal con el riesgo de caer en algo que no es lo que yo quería? ¿empezar una empresa propia siguiendo mis ideales aunque no sé si me de para vivir en el corto plazo? ¿soñar? ¿sobrevivir?

Sé que depende del entorno en que vivamos, que no todos la tenemos fácil, que generalizar, sobre todo en materia económica, es un terrible error, pero debo decir, jóvenes, que de nuevo, ustedes me pusieron a soñar...

Ya un amigo decía: esta es la primera generación que no sólo aprende de sus mayores, sino que también debe enseñarles. ¡Absolutamente cierto!

En esa tertulia escuché de los mayores lo que ya sabía, pero retomé de los jóvenes lo que ya estaba olvidando: el empuje para retar al mundo.

miércoles, 9 de junio de 2010

Así son

Van a dar las 7 de la noche, termina el turno de los policías de crucero. Sobre una calle hay estacionados dos autos, un Tsuru que en su momento fue dorado y un Shadow que quiso ser rojo pero no.

Uno tiene vidrios con una película que los oscurece, pero una ranura en la puerta de atrás. Se ve que no cierra bien. Otro tiene ya varios golpes que dan cuenta de la habilidad del conductor.

Llegan dos policías, se acercan al primer auto, al Tsuru y uno de ellos baja con la mano el vidrio lateral, mete la mano y abare la puerta por dentro, acto seguido se quita la camisola azul, la deja sobre el asiento, se quita la pistola y la guarda en el piso, debajo del asiento delantero. Cierra la puerta (y deja la ventana abierta). Abre la cajuela y saca un aparato que carga baterías.

El segundo abre -con llave- el Shadow, se quita la camisola y la echa para atrás, luego se sienta y jala la palanca para abrir el cofre. Manipulan el motor y la batería hasta que el coche arranca.

Cumplida la tarea, cada uno sube a su auto, en camiseta y el pantalón, es decir, formalmente ya sin uniforme, uno espera que el otro arranque y lo sigue, se van, imagino, a su casa.

Hay momentos en que se nos olvida que los policías, igual que nosotros, son ciudadanos con todos los problemas y las alegrías que vivir aquí dan, que tienen deudas, que se ayudan cuando el auto no arranca, que tienen familia, que les gusta divertirse.

Creo que deberíamos recordarlo con más frecuencia

jueves, 3 de junio de 2010

¿Existe el empleo ideal?

Sobre Progreso, junto a los Viveros de Coyoacán, justo en la esquina con Avenida Universidad, hay una chica que vende periódicos. Resalta por encima de todos los conductores, corredores, voceadores, ambulantes y policías que a diario circulan por ahí, por su energía.
Es joven, me imagino en sus veintes, delgada, y siempre trae un gorro, generalmente con estampados llamativos o colores estridentes, cabello castaño, ropa ligera, pantalones pescadores por lo general, playera y una chaqueta, que resultan siempre en una combinación agradable a la vista. Pero lo que más llama su atención es un enorme sonrisa.

Todos los días, nubleado o soleado, la chica corre al ritmo del semáforo, hacia Av. Universidad cuando la luz es verde y de regreso cuando está en rojo. La gente la saluda porque ya es amiga de todos, la vemos diario, y esa sonrisa sólo invita a ser amable. Nos alegra el día a todos.

Ella no tiene un trabajo complejo, ni siquiera divertido, dirían muchos, pero con esa actitud le saca el mejor de los provechos. Y pregunto ¿existe acaso el empleo ideal? ¿o es un asunto de actitud?
Sabemos ya de la crisis de empleos, de la deficiente orientación vocacional que nos lleva a estudiar cosas para las que no servimos, de la frustración de no encontrar un trabajo "decente", lo que quiera que esto signifique, pero ¿nuestra percepción es pesimista, demasiado realista o totalmente fuera de cotnexto?

La revista Barrio se aventura en una nueva etapa de debate e intercambio de ideas y organiza su primer tertulia, de la mano de la Asociación de ex alumnos de la Universidad Iberoamericana, y hemos escogido justo este dilema para empezar.

¿Nos acompañan?

Los ponentes serán Carlos Morales, hablando de 20 aciones para obtener un trabajo.

También Alberto del Castillo, con las nuevas tendencias en reclutamiento.

Y Guillermo González, sobre las transiciones de preparatoriano a profesionista.

Gonzalo Olivares, de ASEUIA será el presentador y Roberto Rock, director de Barrio, coordinará el debate.

Además, como en una buena reunión de amigos, habrá vinito. Cata de vino de La Madrileña, y botana gourmet de Superama.

Será en Cómo Oficinas, en Lago de Xochimilco 135 C-1, col. Anáhuac, el próximo miercoles 9 de junio, a las 19:00 horas

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