En una ciudad como ésta nada será suficiente.
Siempre hará falta vivienda, las vialidades serán eternamente insuficientes, no hay agua que alcance ni dónde guardar tanta basura. Es una ciudad viva y así será.
Por eso cada decisión que afecte, para bien o para mal, el crecimiento de la ciudad, debe considerar un montón de elementos, escuchar la voz de un montón de gente, y cruzar un montón de datos.
Una decisión unilateral, como parece ser la posible venta de Prados de la Montaña, carece de todo sentido de gobernabilidad, urbanidad y vecindad.
Hay varias zonas de la ciudad que están saturadas, y una de ellas es Santa Fe. Tiene todavía permisos para crecer, como bien explicó en Barrio el presidente de la Asociación de Vecinos de la zona, el arquitecto Martín del Campo. Se ha desarrollado apenas 50% de los proyectos de construcción que ya están aprobados. Y así el agua no alcanza, la basura se encima, el tráfico es imposible, y los vecinos ni se conocen.
Cuando el gobierno central decidió la construcción de Santa Fe como zona habitacional y empresarial de altísimo nivel, lo hizo sin calcular las afectaciones al pueblo de Santa Fe, sin considerar que la zona empresarial y comercial contrataría gente que necesita rutas de transporte público, y sin calcular que la pavimentación de una zona importante de recarga de mantos acuíferos podría afectar a la larga el caudal del líquido para nosotros, los habitantes de la ciudad.
Pronto la zona fue foco fundamental de crecimiento. Montones de empresas instalaron ahí sus oficinas centrales y se toparon con que debían surtir gran parte del agua con pipas porque no había.
Luego, empezaron las viviendas, universidades y centros comerciales. Y con ello, autobuses y micros que no tenían dónde hacer parada en grandes avenidas destinadas sólo para automóviles. Y luego los autos, que saturaron las vialidades.
Empezaron los parches, el puente de acceso, los puentes de los poetas y dos proyectos truncos por falta de habilidad política: la expropiación del Encino para ampliar Av. González Camarena y el puente de Hueyatlaco para facilitar el acceso a Huixquilucan.
Sigue habiendo más viviendas y empiezan ya las voces: faltan banquetas, pasos peatonales, parques. Y qué surge: bueno, un área verde que es un basurero mal clausurado (porque sigue a la fecha liberando biogas) podría convertirse en zona habitacional.
¿Cómo?
No es sólo perder un potencial pulmón verde, que hace falta y mucha. Es también perder un lugar para convivencia y deporte, y atentar contra la débil y parchada estructura vial y de servicios que tiene Santa Fe.
En entrevista para Barrio el delegado en Alvaro Obregón, Eduardo Santillán, decía: hay que frenar Santa Fe, hay que detenerse a atender los problemas de vialidad, servicios y pasos peatonales antes de seguir construyendo vivienda.
Estoy de acuerdo