Cuando mi hermano y yo teníamos 6 años, vivíamos en un edifico cercano a CU donde éramos la única familia, todos los demás departamentos estaban llenos de estudiantes universitarios, muchos futuros veterinarios.
Para nosotros, pequeños, era divertido ver cómo se les perdían las ratas, cómo subían y bajaban perros, llamas y demás animalejos.
Ahora mi madre nos cuenta que en realidad había varias familias pero todos se empezaron a ir porque no les gustaba convivir con los estudiantes. Y claro que eran reventados y ruidosos y fiesteros, es la definición de un estudiante, pero ni ellos cedían ni los vecinos aguantaban. Nuestro caso fue distinto por una simple razón: tolerancia.
Cuando mi padre les tocaba en las fiestas, ellos bajaban el volumen. Cuando llegaba la quincena y los chicos ya no tenían dinero, mi mamá les horneaba un pastel. En mi cumpleaños me mandaban flores porque sólo a eso les alcanzaba, y a mi hermano lo llevaban al beisbol. Cuando el casero los quería sacar a la fuerza para devolver al edificio su condición familiar, mi padre -abogado- logró que se quedaran hasta que acabaran la carrera.
Ayer, en la fiesta de aniversario de Barrio, platicaba con delegado en Cuajimalpa, Carlos Orvañanos, sobre las limitantes que los jefes delegacionales tienen para atender las denuncias de los vecinos, y él indicaba su plan de acción, mucho del cual se basa en la participación ciudadana, en el apoyo vecinal, en generar vecindad.
Mi duda es: ¿se puede? Es decir, todavía existe la posibilidad de que, entre vecinos nos organicemos, apoyemos, comprometamos por un bien común.
No quiero decir que no haya organizaciones vecinales importantes, incluso muy luchadoras, como Vive Tarango, Salvo Lomas, Asociación de Vecinos de Santa Fe, los de Satélite, Amigos de Polanco, Cruz Manca, y también en San Ángel y el centro de Coyoacán. Todas muy valiosas.
Pero me refiero a la vecindad que practicamos diario, ¿qué hace usted si por error tocan en su timbre? ¿dice "aquí no es" o trata de ubicar al vecinos que buscan?
Si quiere salir del estacionamiento y una visita del vecino de enfrente bloquea el auto, ¿qué hace?, y luego ¿cómo reacciona el vecino? ¿se cree el dueño de la calle?
Entonces, ¿qué tan buenos vecinos somos?
Una última prueba:
Si asaltaron a un vecino cercano (de la cuadra, de la colonia, de la zona residencial), usted cómo se enteró:
- salió en el periódico
- se lo contó un amigo
- la muchacha del vecino le contó a la suya
- no se enteró
- se lo platicó su vecino, porque se conocen
Es una prueba fácil. No sé qué tan buen delegado resulte Orvañanos pero sí creo en que la única forma de mejorar nuestro entorno será cuando dejemos de patear al de junto.
Vecindad, creo yo, es tolerancia
Mi mamá está huyendo de su casa por unas vecinas conflictivas. Hemos vivido allí por cerca de 50 años (tres generaciones, yo no tengo 50 años). El problema es precisamente el estacionamiento común: en vez de dialogar gritan e insultan. ¿Qué nos pasa? Estas vecinas conflictivas creen que gritando se resuelven los problemas (sólo meter un coche cuando cada casa tiene derecho a dos). Un día se les trabó la puerta de su casa. Llamaron al cerrajero en la madrugada pues no podían entrar. A obscuras trabajó el hombre. Mi madre no prendió la luz de su puerta para alumbrarles. No lo merecían. ¿Tuvieron ganas de ir al baño? ¿Sed? ¿Necesitaban una silla? En verdad, qué pena.
ResponderEliminarTolerancia.Tu lo has dicho. Esa es la clave
ResponderEliminar