
Los mexiquenses eligieron a dirigentes vecinales en más de mil colonias de Naucalpan, Tlalnepantla, Huixquilucan, Ecatepec, Atizapán y Nezahualcóyotl.
¡Qué envidia!
Ahi, los ciudadanos eligen a sus representantes vecinales cada tres años a través del voto directo y secreto, para que gestionen ante autoridades municipales, estatales y federales la solución de problemas de uso de suelo, recolección de basura, alumbrado público, bacheo y seguridad, bajo la figura de Consejos de Participación Ciudadana (Copacis) y delegados, autoridades auxiliares sin salario.
Los delegados vecinales se enfocan a atender asuntos de seguridad pública, entre otros asuntos, y tienen facultad de expedir constancias de residencia, que sirven para tramitar documentos oficiales.
Aquí, en el DF, hace años que se nos negó el derecho. La representación vecinal desapareció en la indiferencia de los asambleístas más preocupados por presupuestos y salir en medios, en escándalos y gritoneos, que en buscar legitimar su propio trabajo y el de la administración pública.
Hace años que se debió convocar a elecciones vecinales, pero delegados y asambleístas no quieren someterse al escrutinio de nadie.
Podemos sufrir un asalto, tener un vecino latoso, repudiar la apertura de un antro, denunciar un punto de venta de droga, exigir la poda en un parque, pero una voz solita no hace mucho ruido. Hay que unirnos, y la figura de representación vecinal es lo más democrático que existe para hacerlo.
Claro que no todo es miel sobre hojuelas, claro que hay problemas. En Naucalpan se quejaron porque había boletas sin folio y por favorecer a unos sobre otros. Incluso hubo golpes en algunas colonias. En otras tuvieron que cancelar los comicios "porque no había las condiciones favorables".
Pero eso sólo significó que la gente salió y votó, y protestó por sus derechos. Más de lo que hacemos nosotros aquí, que nos volvemos apáticos, hartos de no encontrar caminos de participación viables.
¿Hasta cuándo?