martes, 9 de febrero de 2010

Asunto de civilidad


Una de estas hermosas tardes de apagones, cuando la única música de fondo son los cláxon de los autos y las velas ya no sirven ni para leer, dedicamos el tiempo, desde casa, a ver el paisaje: un cruce vial que se volvía caótico sin el funcionamiento de semáforos:

La crónica va más o menos así:

El tráfico fluyó más o menos normal los siguientes 15 minutos después de que el semáforo dejó de funcionar. Luego empezó el canibalismo vial. Todos tenían que pasar primero.

Una hora después, que el nudo se fue complicando porque había autos encontrados incluso en sentido contrario, una mujer apareció a dirigir el tránsito. Nadie le hacía caso. Corrió y se puso frente a un microbús para evitar que pasara, frenó otro auto y corrió al otro lado para detener a todos los que venían del sur.

Un hombre vio cómo nadie le hacía caso y corrió a apoyarla, se puso en el lado de los que venían del norte, y se coordinó para liberar el tránsito.

Luego pasó el auto en el que la mujer viajaba, que pasando el nudo se adelantó media cuadra. Ella salió corriendo, se subió a su auto y se fue.

De repente apareció una ambulancia media cuadr atrás. Nadie cedía, nadie se movía pese a la insistencia de la sirena. Un auxiliar del chofer de la ambulancia salió por la ventanilla y gritaba instrucciones: "el auto azul, muévete a la derecha!!! El rojo, un tantito para adelante!!! Espérate micro, no seas!!!", finalmente la ambulancia pasó con relativa rapidez.

La luz regresó dos horas y media después, en ese transcurso pasaron seis patrullas, todas con sirena pidiendo paso libre, pero ninguna se detuvo a organizar el tránsito.

Hicieron falta quince minutos más para regularizar el tráfico vial y después, como si nada...

El nudo vial no empezó con la primer falla del semáforo, sino con el primer gandalla que no dejó pasar al que venía cruzando. Es, como en todo, un asunto de civilidad

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