miércoles, 20 de octubre de 2010

Nos robaron, ¿y ahora?


La semana pasada, por enésima vez, ladrones entraron al edificio donde vivo. Intentaron entrar a cuatro departamentos, lograron hacerlo en dos. Se llevaron dinero que estaba "a la mano". Esto fue a las 6:30 de la tarde, un piso abajo del mío donde yo, a esa hora, jugaba con mis perras y hablaba con mi vecina.

¿Vimos algo? No. ¿Forzaron la puerta de la entrada? No. ¿Se pudo evitar? No.

Ayer los vecinos tuvimos una junta, larga, para decidir qué hacer: cambiar la entrada, modificar la combinación de llaves, poner candados en el elevador, enrejar las escaleras. Gastar, pues, para que nuestro edificio se convierta de un espacio agradable, a un búnker deprimente.

Vivimos sobre una avenida, en un cruce muy transitado, frente a negocios que están abiertos las 24 horas y bajo una cámara de vigilancia de la SSP, y todos los robos (porque al menos han entrado 4 veces y en cada ocasión robando al menos a dos departamentos) han sido a plena luz del día.

¿Qué hacer?

En una de tantas ocasiones decidimos pedir apoyo delegacional. Se logró que una patrulla estuviera forzada a pasar dos veces al día a firmar una hoja, medida que duró, si acaso, 5 meses. Cambiaron a las autoridades policiacas de la zona y adiós compromiso.

En todos los casos hemos ido a levantar denuncias. No en todos los casos, quizá en la mitad, la Procuraduría mandó peritos para revisar lo que sirviera. En ningún caso ha habido resultados, no me atrevo a ir al MP para ver siquiera si hay registro de las denuncias, ya sé la respuesta.

Nada viola más la vida privada que la irrupción a tu hogar. Te sientes vulnerado, inseguro, temeroso. Y luego, se llevan quizá cosas que no te importan, o dinero, pero además, cosas que para nadie tienen un valor como para tí: el disco de tu cantante favorito, que te tomó meses encontrarlo, ¿qué precio tiene? El anillo que te regaló la abuela, ¿cómo lo repones?

Y de ahí que lo que se nos ocurra, a botepronto, sea escudarnos.

Una de estas veces entraron a mi departamento y se llevaron lo que menos valía pero lo que más me dolió: mi colección de discos, la historia de mi vida musicalizada, digamos... pero seguramente material que no superaba los tres mil pesos.

Pues inicialmente cambié la puerta, por una metálica, que me salió en casi 5 mil pesos, contraté ADT, que es una renta mensual de poco menos de 700 pesos y a la postre, adopté una perra "siquiera para que haga ruido", luego ésta se sentía sola y adopté una segunda. ¡Una inversión!

Seguramente todas estas medidas inhibirán a los que quieran entrar a casa, o el cartelito de ADT, o lo complejo de la puerta, o el ladrido de las perras. Cuando menos me da tranquilidad de alma.

Pero, ¿me correspondía toda la responsabilidad a mi? ¿No pago impuestos, y por tanto tengo derecho a protección y seguridad? Ya sé que suena a sueño guajiro pero es real, pago por ello y no lo obtengo.

No quiero que mi edificio se vuelva un búnquer. Elegí vivir ahí por su arquitectura sencilla, su puerta de cristal. Pero creo que no habrá de otra. ¡Qué triste!

P. D. Elecciones vecinales
Me llegó la propuesta de trabajo de la Plantilla 2, afortunadamente con la foto de los integrantes de la fórmula vecinal. Conozco a dos, los he visto caminando por la colonia. Sí voy a votar el domingo

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