jueves, 10 de febrero de 2011

¿Seguro que estoy segura?

Según el INEGI, El Índice de Percepción sobre la Seguridad Pública (IPSP) bajó casi 2.4 puntos en enero de 2011, al situarse en 98.2 puntos, por debajo de los 100.5 que tenía hace un año.

A la pregunta de qué tan segura se siente una persona hoy respecto a un año atrás, 58.68% de los consultados contestó que “peor”, 10.92% dijo “mucho peor”, y 25.23% “igual”.

Según yo esto es una suma de la realidad y cómo la percibimos. No veo el mismo problema de seguridad yo, que por defecto me la paso revisando noticias, que una persona que en promedio escucha noticias dos veces por semana.

Yo tengo dos amigas cercanas y todas somos madres de adolescentes mujeres.

A las tres nos da susto dejar que nuestras hijas adolescentes se regresen caminando desde la escuela a la casa, pero más susto que tome un micro en la noche, pero más aún que vaya a un centro comercial con sus amigas. Esto es, no hay dónde nos sintamos realmente seguras.

Sin embargo, la forma en que tomamos decisiones tiene que ver directamente con cómo percibimos lo que sucede en nuestro entorno.

Mi amiga la que en su vida ve un noticiero, va concediendo los permisos de paseos de acuerdo a las calificaciones y a qué tanto conoce a las mamás de los amigos (la señora me da confianza, ese señor es como raro...).

Yo, que sólo baso mi información en noticieros, voy cediendo de acuerdo al nivel de seguridad que reconozco (que la niña esté equipada con celular, que conozca a las amigas, que otros papás estén al pendiente, que el lugar sea seguro, bla, bla).

Y la tercera, que recibe la mitad de su información en noticieros y la otra mitad en sobremesas, simplemente no la deja salir (porque no me siento segura, dice).

Las tres percepciones tienen un alto porcentaje de realidad y las tres decisiones tienen que ver con nuestra urgente necesidad de proteger a las polluelas.

¿Quién actúa correctamente? Yo creo que las tres, porque de verdad, los asaltos han aumentado, los taxis pueden ser zonas de riesgo, los robos en calle son comunes y las noticias sobre inseguridad, desde un ataque entre narcos hasta un robo a una papelería, son como el 50% de la información a la que tenemos acceso de manera cotidiana.

Y otro valor de decisión es el típico "esquecuandoyoeraniña..." y el comparativo es brutal, porque efectivamente, yo me regresaba caminando o en pesero; igual sucedía en las fiestas, por las noches mis amigos me acompañaban caminando a casa, nunca escuché de balaceras entre narcos durante mi adolescencia y el peor riesgo que recuerdo es que un tipo listo pasara y me diera una nalgada en plena banqueta (para colmo fue el día que mi madre me dijo "¡niña, con esos pantalones estás buscando que te nalgueen!").

La última pregunta de esa encuesta del INEGI, indaga sobre el grado de confianza que tiene la gente para caminar sola en su barrio por la tarde: 3.32% de los encuestados dice que siente “mucha confianza”; 60.58% se siente “confiado”, y 36.1% de los encuestados dice no estar “nada confiado”.

Si bien lo más difícil es trabajar en la percepción, ésta es resultado de cómo usar y evaluar la información que recibimos.

Luego entonces, ¿qué hacer?

Yo sugiero que ante cada noticia que nos altere, "asaltaron a fulanito a una cuadra" o "¿supiste que le quitaron a sutanito el auto aquí en la avenida?", o el típico correo electrónico de "no vayan a Perisur porque en los baños de los cines te hacen y deshacen", tomemos dos segundos de respiración, reconozcamos cómo y de dónde nos llega la información y la valoremos.

Esto nos dará tranquilidad de pensamiento y seguramente nos llevará a una decisión acertada, que finalmente, noticias y encuestas aparte, eso es lo que importa.

Y sobre todo... sentido común

Porque además, muchas de las medidas que nos alejan de situaciones de riesgo son de sentido común: no andar por rutas que no conozcamos, no subirnos a transporte público vacío, no traer bolsas accesibles de ser abiertas, no ser ostentosos ni con joyería ni con gadgets, revisar el tarjetón del taxista.

Y traer a la mano el celular prendido, con fácil acceso a números de emergencia, de un taxi de sitio, de tu gente cercana, ninguno archivado con el parentezco, por cierto.

No dar información privada a nadie, ni vía facebook ni en encuestas de calle.

No hacer algo si por algún motivo "no nos late".

Así, aunque seamos de ese casi 70% que se siente inseguro, lograremos no entrar a la estadística de los que ya fueron víctimas de la inesguridad.

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