martes, 13 de abril de 2010

Verde que te quiero verde


Yo tengo una terraza. Está llena de malvones, palmas, ficus, margaritas, truenos, azaleas y otras plantas que ni sé como se llaman. Es muy disfrutable, amigos y familia gustan de estar ahí por la paz que se siente, aunque estemos sobre avenida y el ruido de los autos sea infernal.

Eso nos sucede muy seguido circulando por la ciudad y es apenas perceptible. Es absolutamente sensorial y poco razonamos al respecto. ¿Por qué es más bonita Insurgentes que Tlalpan? ¿Por qué es mejor avenida Reforma, que Av. del Taller? ¿Por qué pese a tener puentes y puentes -ahora- Churubusco es disfrutable hasta viaducto y después es feísima? La diferencia, querido lector, está en las plantas.

Una calle verde invita a vivirla, incluso a cuidarla. La fachada de un edificio no es igual toda gris que si abajo tiene una pequeña jardinera, y esta tendencia la habrá visto en todos los nuevos edificios, en grises y blancos, acabados metálicos o madera chocolate, y pequeñas terrazas en la entrada o en balcones.

Yo sé qué hacer con mis plantas como todos los que tenemos alguna en casa, pero ¿qué pasa con los árboles y jardines que hay en avenidas, calles, glorietas, pasos a desnivel, unidades habitacionales, plazas, etc... Eso depende de las autoridades, las delegacionales y las del gobierno central, y no es cosa menor. Cuesta millones la poda y mantenimiento de plantas y no se hace bien. Hay montón de árboles plagados, hay jardines que no saben qué es una poda desde hace mucho tiempo y nunca falta ver una pipa regando mientras está lloviendo.

Y si rascamos más, el asunto tiene que ver incluso con la selección de plantas. Hay árboles, por ejemplo, que han demostrado ser inviables para las grandes ciudades, sus raíces son fuertes y superficiales y se llevan banquetas y casas enteras. Hay parques que tienen tantos árboles que el sol nunca llega hasta el suelo y nunca más vuelve a haber pasto. La tierra está ya tan dura, abandonada y compacta que parece cemento. Ahí no crecen ni las malas intenciones.

Cada vez que escucho que viene otra odiosa obra vial pienso en las plantas y árboles que habrá que sacrificar y sobre todo, en la imagen urbana que tendremos. Periférico era una vialidad, saturada sí, pero agradable, porque hay montañas cerca, zonas verdes y la avenida es amplia. Con el segundo piso nada es más deprimente que circular por abajo. Para donde se voltee hay paredes grises, sucias y con goteras.

Qué pasará ahora con las nuevas vialidades al poniente (que Santa Fe y Cuajimalpa escupen zonas verdes ahorita). Porque, usted coincidirá, esa vacilada del Eje Cero Emisiones del Eje Central no sirve para nada. Debía estar repleto de árboles y azoteas verdes que oxigenen, no de edificios y edificios, banquetas y concreto. Estamos convirtiendo a la ciudad en un gran tabique.

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