martes, 26 de abril de 2011

Y si me retiro del retiro?

Con cierta frecuencia se acerca una asesora de una Afore, la que sea, a convencerme que si realmente quiero tener un futuro premisorio debo, en realidad, cambiar mi cuenta de retiro a la Afore que representa.

La estrategia ha cambiado, en realidad en las últimas ocasiones lo que hacen es venir a explicarme las leyes del Seguro Social, qué va a pasar cuando me retire, cómo debo hacer eso, qué me conviene cuando llegue yo a mis 60 o 65 años (depende en qué condiciones llegue, me dijo hoy una intentando quedar bien jaja).

Y el asunto acaba siendo que no importa tanto dónde tengas tu Afore, finalmente el índice de rendimiento no varía radicalmente, sino en lo decepcionante que resulta depender de tu Afore para llevar una vejez más o menos tranquila -cuando menos en materia económica-

Yo soy madre soltera. Luego entonces mi única beneficiaria será mi hija. Peeero, si ella queda como única beneficiaria, entonces sólo podrá acceder a 20% de mi pensión y eso sólo si tiene menos de 25 años, estudia en escuela pública y no se ha casado.... De no cumplir con estos requisitos adiós mi pensión producto de años de trabajo. Necesito pues, conseguir alguien más a quién dejar de beneficiario para evitar que el dinero se quede en el gobierno. ¿Alguien se apunta?

Tengo 45 años. Luego entonces voy a la mitad de mi vida laboral, como 21 años cotizando pero hace dos que estoy "fuera del sistema". Pues tengo si acaso dos años más para ver cómo vuelvo a entrar "al sistema", o todas mis semanas cotizadas se desvancecen.

Tengo ya suficiente tiempo cotizando para acceder a mi crédito Infonavit. Luego entonces podría ser una opción, peeero, si no estoy cotizando actualmente, no puedo acceder a él. Tengo una hipoteca contratada con una figura que entonces se llamaba "Apoyo Infonavit" que se perdió cuando "salí del sistema" y que además ya no existe.

Y después de esta amable conversación, la agente trata de convencerme de hacer aportaciones voluntarias.

Hace años contraté un seguro privado de retiro, cuya garantía final es que a mis 65 años podré recuperar lo invertido. Me duele el codo cada vez que se acerca el pago anual, siempre es un desbalance tener que cubrirlo, pero afortunadamente aparece una agente Afore que me convence que lo que más me conviene es.... no depender de la Afore.

viernes, 15 de abril de 2011

Mi target


El calor que azota la ciudad me ha llevado, por supuesto, a pedir la terraza al aire libre en cada restaurante al que he ido.

Claro, comer “al aire libre” en terrazas improvisadas sobre banquetas incluye, obviamente, un vaivén de vendedores ambulantes que ofertan todo tipo de productos: dulces, plantas, discos, relojes originales, plantas en peligro de extinción, ramos de flores, blusas, cinturones….

Y también un ir y venir de los otros, los que “defienden una causa” y piden dinero para enfermos de sida, niños huérfanos, chavos que quieren dejar las drogas, ancianos, discapacitados.

O bien las mujeres cargando niños, los hombres encorvados con un trapo en la mano y los discapacitados que ofrecen un trabajo rápido y a medias a cambio de unas monedas, o que simplemente recurren a la injusticia social como motivo más que suficiente para pedir apoyo: “no tengo trabajo”, “nadie me da y no he comido”, “nadie me da trabajo”, o bien, a fuerzas superiores que los avalan: “diosito se lo va a agradecer”, “por la virgencita”, “que dios lo bendiga”.

Y está esa inevitable reflexión automática: “yo soy privilegiad@, debo ayudar”, y uno quisiera ayudar a todos porque aunque sea un engaño o trampa, es obvio que el dinero lo necesitan. Hasta que llega el tercero, cuarto, quinto y concluyes que esto ya es un abuso orquestado por fuerzas ocultas no identificables.

El asunto es que es un problema complejo, existente desde que el hombre es hombre, que aqueja incluso a las naciones más ricas, pero se asume básicamente como una condición humana. Ahí está, así es.

Dentro de los programas de desarrollo económico no hay estrategias dirigidas a la mendicidad porque se considera barril sin fondo, tampoco en los programas sociales. Hay con frecuencia una explotación de un líder vivillo que moviliza a la gente a pedir dinero para ellos y para él, pero erradicar ese abuso implica muchos trabajadores sociales, un territorio poco explorado y definido en la ley, en fin, el limbo.

¿Qué actitud hay que tomar? ¿Cómo reaccionar a la lastimera mirada de un pequeño o un anciano? Porque además, saben exactamente qué expresión, actitud o mirada funciona mejor. Saben incluso qué responder.

La semana pasada un niño se acercó, me contó chistes y me dijo que le gustaba estudiar. Llevamos una plática como de 10 minutos, donde él me decía sus motivos para estudiar y salir adelante y yo lo motivaba a no perder las ganas de educarse. Al final, lo invité a la librería en que trabajo y le prometí comprarle los libros de texto cuando entrara a la secundaria, pero no le dí dinero. Él dijo que sí.

Me quedó la certera sensación de que no lo va a hacer, que me estaba cuenteando. Fue una pérdida de tiempo para los dos. Ni lo convencí ni me convenció.

Tal como la mendicidad misma, esta reflexión no me lleva a ningún lado. No me siento agusto suponiendo que alguien más hará algo, o que me es ajeno, entonces he definido mi propia estrategia, mi target: ayudaré sobre todo a los ancianos…

¿Usted?

miércoles, 6 de abril de 2011

Seré ilegal (parte 2)

Luego de contar mi pena del registro de luz que me impide acceder a mi estacionamiento y cómo, finalmente estaba decidida a pagar porque rehicieran la tapa del registro y cambiarla de noche y sin que nos vean, me escribió Lucía Siller, vecina y líder activa en El Rosedal.

Aquí su respuesta:

Has puesto en palabras brevemente lo que la experiencia nos grita y hay quien no soliamos creer:
ser ilegal será más caro, pero más rápido y efectivo.

aunque pensándolo bien, es un tanto impreciso:

ser ilegal es más barato que ser legal, y en efecto, más rápido

si no, preguntémosles a los que se cuelgan de la luz, comercian en la vía pública, invaden predios, arrebatan edificios y viviendas, dan mordidas, compran títulos profesionales, estacionan sobre la banqueta, defraudan con falsos documentos, trucan cuentas de ingresos e impuestos, no pagan salarios reglamentarios, etc. etc.

Si tomas en cuenta tu inversión en tiempo para encontrar solución y el costo del riesgo, te estás saliendo barato.


Saludos grandes
LUCÍA

Tiene razón.

SEGUNDO INTENTO

Déjeme le cuento el final. Hablé a CFE, finalmente es una empresa moderna y digna. Debo decir que son amabilísimos.

Llamada número 1:
Toman el reporte, y me informan que no lo pueden pasar porque tengo un adeudo.

Amablemente me dictan mi línea de captura para ir a pagar.

Alego que el adeudo nada tiene que ver con que dañen banqueta que es espacio público, la señorita coincide y jura que pasará el reporte


Llamada número 2:
Ya pagué mi adeudo, ahora me recuerdan que tengo otro pero que finalmente aún tengo 15 días antes de que se venza (el recibo ni ha llegado a casa)

Luego me explican que mi reporte no existe.

La señorita consulta con su supervisor y concluyen: es que no hay en la computadora un apartado para un reporte como el que nos pide (tapa de registro quebrada sobre banqueta), entonces no se puede capturar, pero lo tomo a mano y se lo paso al supervisor del siguiente turno...

Uno que es agudo y le da por leer entre líneas concluye: no van a hacer nada. En resumen, pues, trabajadores de luz pueden ir a reparar y accidentalmente (o no) romper la vía peatonal y ese fallo cae en el limbo, no corresponde a nadie, nadie asume la culpa, luego entonces, nadie repara.

EPÍLOGO

Ya pagué, mi conserje que es hábil construyó una nueva tapa de registro y me costó finalmente 1,300 pesos, el cambio de la tapa la hicieron entre cuatro personas -porque es vil concreto y pesa muchísimo- y a plena luz del día. Los trozos de concreto yacen junto como recuerdo, y no hay cómo deshacerse de él, pesa mucho, el recolector de basura no se lo lleva, el barrendero no se lo lleva, y nadie dice esta boca es mía.

Yo ya puedo entrar a casa sin temor a pinchar las llantas del auto.


P.D. No se pierda el siguiente capítulo de esta interesante zaga: el medidor de agua