El fin de semana, mientras Fanny Lú cantaba en el Angel de la Independencia, nos robaron.
¿De casualidad circuló ya por División del Norte, Cuauhtémoc o Bucareli?... pues ya se dio cuenta: hay un carril menos. Nos lo quitaron
Eso sí, muy en silencio, tal como se hacían las cosas en épocas priístas, sin decir agua va. Llega el lunes y todas las vialidades están de cabeza.
Llevamos meses oyendo hablar del dichoso Corredor Emisiones Cero, pero es el Eje Central, no todas las avenidas cercanas. ¿Qué no pudieron negociar con los micros para dejar libre el Eje y los tuvieron que trasladar a Cuauhtémoc?
Pregunta capciosa: ¿por qué siempre los Micros ganan? No importa si los sacan de Insurgentes, si los sacan de donde sea, siempre apartan otro lugar para ellos solos.
Es frustrante que ellos, poco queridos por la gente (o si no pregunte usted, usuarios o conductores que los padecen en el tercer carril bloqueando) siempre se salgan con la suya.
¿Y luego qué? ¿Cuál es la idea de limpiar el Eje Central de emisiones contaminantes si las padeceremos en Cuauhtémoc por doble partida?
Es decir, ¿de ida todo limpio y de regreso cáncer en los pulmones?
Nos robaron, otra vez. Tomaron una decisión por nosotros, sin tomarnos en cuenta.
Y no me malentienda. Me parece maravilloso sacar a los micros de Eje Central, poner transporte de calidad, y que los traslados tomen menos tiempo. Si, más de eso por toda la ciudad.
Pero a ver, ¿para liberar un eje hay que afectar otro? ¿Y qué pasa en División del Norte y Bucaerli? ¿Por extensión deben reducirse también? ¿Para disfrutar de la viabilidad del Eje Central tengo que hacer el doble de tiempo en el tramo de División del Norte previo? ¿O padecer tráfico desde Reforma hasta Chapultepec para librar Bucareli?
Porque además, a una decisión apresurada, una consecuencia caótica. Ni los policías sabían que había un carril de contraflujo, los micros literalmente caminaban para no toparse a nadie de frente, ganaron su buena porción de rechiflas. Cruces como el Reloj Chino se volvieron zonas de alta peligrosidad.
¡¡Oiga usté, no hay derecho!!
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