Ayer chocó otra vez el metrobús. Van 32 accidentes, y la inmensa mayoría, 27 si no mal recuerdo, han sido en la línea 2 que corre de Tepalcates a Tacubaya. ¿Por qué?
Mi amigo Eugenio afirma que es cuestión de educación, que va ligado con el nivel educativo de los conductores que circulan por una u otra ruta. El asegura, sin mayor dato que el instinto, que por Insurgentes transita gente con mayor nivel educativo (no más educados, eh?, con más escuela) y eso les permite, por lo tanto, mayor conciencia cívica, luego entonces, mayor cultura vial.
Y por el contrario, por la ruta 2 circula gente más recia al volante, de esos que se cruzan porque sí y que quieren ganar el paso porque sí, y por eso se le ponen enfrente al Metrobus y, claro, chocan.
Yo circulaba ayer por Cuauhtémoc, 2.30 de la tarde, un poco atrasada para recoger a mi pequeña en la escuela. Usted habrá pasado por el cruce de Eje 6 Sur que por azares de los reguladores de tránsito (magníficos hombres que de tránsito, creo yo, saben muy poco) se congestiona, entonces a la luz verde avancé dos autos y nada más, me quedé a la mitad de un cruce de avenida sin deberla ni temerla, porque un señor decidió, autos adelante, que debía dar vuelta a la derecha desde el carril de la izquierda y atoró todo.
Pues estoy ahí, enmedio de la calle, maldiciendo mi suerte, esperando que alguien se mueva para maniobrar y quitarme de ahí, cuando los que cruzan se me vienen encima a claxonazos.
Cuando volteo, enojada, claro, porque yo no tenía la culpa, veo a mis agresores, y es una pareja de ancianos en un auto mediano como Honda y una señora en una camioneta Chevrolet bastante nueva. Sus caras eran de asesino serial y de verdad querían matarme.
Reaccioné por instinto y mi rostro se transformó como el de los monitos de las caricaturas que van anotándose atropellados a un costado del auto con un sello, y vociferé y contesté igual de fuerte y estrepitoso.
En cuanto pude me moví y el estómago se me descompuso.
Puedo asegurar que todos ahí teníamos al menos nivel profesional de estudio y que todos éramos clase media. Y todos nos convertimos en monstruos durante intensísimos 40 segundos: Dr Jekyll y Mr Hyde.
Creo que necesito volver a platicar con Eugenio.
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